La ciudad de Nova Veneza amaneció con más frío y lluvia. Sin embargo, desde temprano calentamos nuestro corazón con la liturgia del día, que celebra a los tres Hermanos: Marta, María y Lázaro. Como vimos ayer, representan la Comunidad de Jesús, el lugar donde el Señor experimenta la vida familiar. Jesús dejó el camino (misión) y respondió al llamado de Marta (casa/mesa), quien, ante la muerte de su hermano, tuvo la oportunidad de experimentar la vida en abundancia.
El padre Alfredo nos dijo que en el Evangelio hay tres figuras que representan los tres pasos vistos: Jesús recorrió el camino y creó espacios de confiabilidad. La casa de Lázaro, María y Marta fue una de ellas. En este hogar, familia, ambiente familiar, Jesús encuentra fuerza para su misión.
En la Palabra de Dios encontramos varios episodios en los que aparecen dos personas. Estas son las dos dimensiones de cada uno de nosotros. A veces somos el hijo mayor y otras veces somos el hijo menor, el hijo pródigo; a veces somos recaudadores de impuestos, otras veces somos pecadores. Así es la vida religiosa: a veces somos más proféticos, a veces menos proféticos; a veces más fuerte, a veces más frágil. Tenemos esta dicotomía dentro de nosotros. Y, como Marta y María, somos mujeres de contemplación y servicio. Esto no significa que un lado excluya al otro, sino que ambos lados se complementan.
De regreso a la sala capitular por la tarde, se reiniciaron los trabajos con una oración espontánea realizada por algunas Hermanas que fueron invitadas a estar en el centro de la sala, elevando una oración por la realidad en que viven. Rezamos, especialmente, por el Gobierno general, provincial y local, por las jóvenes en formación, por las Hermanas ancianas y por los ancianos atendidos por las hermanas, por los niños acogidos, por nuestras misiones y por el trabajo pastoral. Pedimos al Padre Providente que, en todos estos campos, el Reino sea constantemente sembrado con la presencia de las Hermanas Benedictinas de la Divina Providencia.
Comenzamos la jornada de este día en la Sala Capitular con la lectura del acta de ayer, escrita por la Hna. Luciane Francisco, que, después de pequeñas correcciones, fue aprobada por unanimidad.
El Padre Alfredo inició el tercer día de conferencias con la presentación del tema “Institución”. Como en los días anteriores, contextualizó el tema en el mundo actual, afirmando que el 50% del capital está en manos del 1% de la población.
El gran problema es que, en los tiempos actuales, las voces proféticas están disminuidas, a medida que la modalidad de profecía de hoy está institucionalizada. Una profecía que pasa por libros y pautas que nadie lee, ni siquiera aquellos a quienes más debería interesar. Esta profecía dejó de ser voces que salieron a las calles, que se insertaron en los barrios marginales, en las casas de los pobres, para convertirse en sólo escritos. De esta manera, la profecía institucionalizada es ineficaz. El padre nos dijo: “La profecía no viene de arriba, la profecía viene de abajo, de la realidad de la vida”.
La Institución pasa por cuatro etapas: 1. Movimiento popular (libre y espontáneo): Así, la Congregación nació de la intuición del Fundador. 2. Carisma: Don, enfoque o definición especial. 3. Cristalización – burocracia: El movimiento y el carisma ganan empleados; aquí es donde la fe se convierte en religión. 4. Profecía: Ante el alejamiento de los orígenes, nace la profecía. Este es el ciclo normal de toda Institución, asegura nuestro Asesor.
Ante esta realidad, fuimos desafiadas a encontrar una manera de llevar el Carisma de la Congregación al camino donde Jesús está con los más vulnerables. Como Hermanas es necesario tener presente al Dios Yahvé, que ve, oye, desciende y envía, según Éxodo 3, 7-10.
Como en los otros días, por la tarde nos dedicamos a profundizar el contenido en el trabajo grupal, lo que nos ayuda mucho a comprender el camino que está tomando la Congregación. Posteriormente se compartieron las conclusiones en la Sala Capitular.
Nova Veneza / Brasil, 29 de julio de 2024
Equipo de Comunicaciones